En un mundo donde cada vez hay más gente (y menos personas), a veces se vuelve difícil o imposible salir triunfante confiando en nuestras propias fuerzas, y mucho menos en las de los demás. Seamos claros: si se quiere conseguir algo, hay que jugar sucio. Sin embargo, nadie quiere tener su reputación manchada; se debe aprender a jugar sucio pero con elegancia y dignidad (algo así como sonarse los mocos con un pañuelo de algodón egipcio). Siguiendo esta lógica, todo el mundo sabe que no hay mejor forma de ser corrupto y elegante a la vez que el soborno.
No se asuste; soborno es una palabra políticamente incorrecta, pero ¿a quién le importa?. La cuestión es que funciona. En el presente manual aplicaremos esta oportuna técnica en el mundo deportivo, con el fin de lograr que nuestro equipo del corazón salga victorioso en sus enfrentamientos. Aunque sean una banda de minusválidos recién salidos del asilo de leprosos. Y, por supuesto, sin hacer notar al resto de personas nada sospechoso.
Soborne y gane el partido...
viernes, 30 de enero de 2009
Manual para sobornar a un árbitro
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