viernes, 18 de julio de 2008

Ayer me salió un grano en el trasero... y me acordé de tí

Pocas veces había extrañado las habilidades naturales con que la humanidad se desenvuelve. Tomar asiento y ponerse cómodo. Suena tan fácil. Y es que no solemos fijarnos en las tan simples pero al mismo tiempo tan necesarias en nuestra vida, como es el hecho de sentarse. Pero resulta un suplicio si tienes un barro en el trasero.
Hoy, como supernumerario de los treintañeros, miro hacia atrás, es decir a mi trasero en el pasado, y recuerdo que nunca tuve problemas con el acné en la adolescencia. Porque me salían los barritos en la espalda. Cosa sumamente cómoda si lo comparo con la situación de otras personas.

Ayer me salió un grano en el trasero... y me acordé de tí...

 

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